Fue publicada en la cuenta oficial del Museo Dámaso Arce.
Fue publicada en la cuenta oficial del Museo Dámaso Arce.
El texto completo:
Arce tuvo una clara intención de explorar, con sus trabajos en metal, más allá de ciertos rasgos éticos y estéticos asociados arbitrariamente al concepto de “tradición” de muchos oficios antiguos. (En platería esos límites se perciben de una rigidez blindada. Es extraño y hasta paradójico, porque nadie sabe bien cuáles son, ni hasta dónde llegan).
Por eso cuando alguien, con esa voluntad, decide empezar un trabajo, entiende que lo mejor es que la imaginación guíe. Entonces fronteras y límites quedan atrás. Y por delante todo. Arce quería contar y lo hizo a través de la platería. Conocía, mejor que nadie, ese oficio y lo usó para poder expresarse. Su particular cosmovisión y el deseo de mostrarla, excedía el repertorio simbólico que se había representado, repetidamente, hasta el momento y que, en parte, determinaba el espacio en el que una obra era “considerada” tradicional.
Y llegó el momento de su búsqueda en el que tampoco las formas, ni el tamaño de los utensilios criollos alcanzaron para sostener todas las imágenes que salían de su fantasía. Entonces tuvo que pensar objetos enormes, con formas extravagantes como soporte, que, hasta hoy son difíciles de encasillar, porque cruzan, entre otras cosas, la idea de “utilidad” que determina un límite que separa artesanía de arte.
En homenaje a ese Artesano-Artista han sido los 9 encuentros de plateros que se vienen organizando, hasta ahora, en Olavarría.
El museo “Dámaso Arce”, anfitrión de las exposiciones (esta vez de manera virtual), es un lugar vivo de arte, abierto siempre a nuevas expresiones. Desde mis primeros recuerdos fue así, durante los años en los que Enrique Saisí tomaba las riendas y amigos como Mario Garrone, Miguel Galgano, Armando Ferreira, entre otros, colaboraban en la organización de exposiciones, allá por los ochenta.
Entonces, los artesanos y artistas plásticos más importantes del país mostraban sus obras magníficas y disfrutaban, ahí mismo, en las propias instalaciones, de veladas de buen vino y asado y charlas interminables. Para mí, siempre fue esa la imagen de un museo, que no coincidía con la que, unos años después, cursando en “La Pueyrredón” (así le decíamos a la Escuela de Bellas Artes), advertí que circulaba entre mis compañeros como “natural” para esas instituciones: “lugares estáticos y aburridos”.
En aquel marco, enemigo de prejuicios y censura, en los últimos años de esa década se empezó a pensar, por iniciativa de Armando Ferreira, una exposición exclusiva de artesanos plateros que se pudo concretar, después de mucho trabajo, en el año 1992.
Entonces hubo que elegir el nombre de la muestra y con el criterio lúcido de ese grupo de amigos, se decidió ponerle: “Primer encuentro Nacional de Plateros” evitando usar la palabra “tradicional”. Para no confundir y dejar afuera posibles expresiones “interesantes” de la platería, juzgadas como “no tradicionales”, por el criterio dominante del momento.
Y creo que pudo haber sido una renuncia dolorosa, pero perfecta, en ofrenda a la inclusión. Los que nos formamos en la “Escuela de orfebrería” sentimos orgullo de ser herederos del legado de Arce que, con el conocimiento de un oficio antiguo y tradicional, expresaba todo un universo de ideas y conceptos, a través de las imágenes cinceladas que cubrían la superficie de sus trabajos y que, salvo los de la propia imaginación, no conocía límites. Siempre enmarcados dentro de las posibilidades técnicas del oficio, los temas, símbolos e iconografía, plasmados por el maestro, no entienden de limitaciones, ni de escrúpulos morales ajenos.
¡Qué bueno que el Arte sea eso! Riesgo. Dar un paso más, en otra dirección, buscar, mover, cuestionar. Todas las obras que hoy consideramos “Grandes”, molestaron, en su época, a “más de uno”. Arce trabajó en ese sentido ¿Por qué los que seguimos su escuela no deberíamos intentarlo? ¿Por qué los trabajos inspirados por ese carácter transgresor deberían ser considerados “no tradicionales”?
Si la idea de “costumbre que se repite durante el tiempo, en distintas generaciones” es una definición amplia y aceptable de tradición, ¿no deberíamos tener en cuenta que la intención de “buscar, mover, cuestionar,” sería, ya, un rasgo “tradicional” de la platería olavarriense?
En este “9°encuentro de plateros”, el núcleo de la exposición se corrió de la serena contemplación de las obras, al agitado intercambio de ideas en redes sociales, que, con el transcurso de los días, trascendió al público “de siempre” de la platería, proyectándose, también, hacia uno más heterogéneo, dándole a la modalidad virtual un sentido, para mí, sorpresivo. Los temas que aparecieron en las charlas dejan al desnudo enormes prejuicios abrojados como garrapatas históricamente, a la platería y a la tradición.
Como platero tradicional, me interesa personalmente que ese concepto se saque de encima “valores” espantosos como la homofobia, xenofobia, machismo, estupidez. Tienen tanto peso que muchas veces determinan, injustamente, los límites angostos dentro de los que se pueden mostrar los trabajos.
Para poder construir un concepto mejor y más inclusivo, las ideas se tienen que cruzar. Creo que esta muestra dio un paso adelante en ese sentido. El trabajo que presentó Demarco plantó, sobre la mesa, el debate. Y haber admitido esa obra “provocadora” muestra la valentía de quienes tomaron la decisión, que sabían con lo que se enfrentaban y que manifiesta una enorme voluntad para hacer de este encuentro, además de una mera exposición de piezas hermosas, un espacio de intercambio y pensamiento. ¡Un gran homenaje! Seguro, más justo que el de la censura.